domingo, 13 de enero de 2008

EL MAPA ES EL CUERPO

UNA INTRODUCCIÓN
Por Juliana Borrero

El mapa es el cuerpo – Michael Deragon

Imaginen lo que puede significar tender el cuerpo sobre la falla –el cuerpo como sismógrafo, registrando la crisis -Rob Halpern[1]


Una mujer se saca las tripas por la boca y las deja caer en una pila a sus pies. “Luego tomo una de las puntas y comienzo a tejer, utilizando mis brazos como agujas de tejer hasta que lo he tejido todo. Sostengo este tejido enfrente de mi cuerpo desnudo de manera que me cubra. Por medio de esto saco afuera todo lo que no es mío y abro espacio para algo nuevo. Hago orden exterior de un enredo interior.” (Jayne Parker hablando de su performance, K, en De Preester)[2].

Desdoblar el cuerpo y poner lo íntimo afuera. Fundas de satín. Paredes de carne. Roja oscuridad. Sensación de cueva. La parte asesina. La parte libre. La parte balbuceante. La parte menos conocida… Venas, tripas, sangre, corazón. Una operación abierta de corazón abierto. Auto-operación en la que saco afuera la extrañeza de lo íntimo para conocerlo, explorarlo, reclamarlo, tejer un lugar para ello dentro del mundo social. Se busca el ser desde la crudeza de su base biológica: poner el dedo en el punto preciso del cuerpo donde es producida la subjetividad.

Sensación de déjà vu. Aún al más desprevenido espectador algo le grita por dentro que dice yo soy, o fui, o he sido. Esta forma de arte íntimo produce interés y a la vez incomodidad. Un interés que viene de la tripa –curiosidad, identificación, recuerdo corporal. Una incomodidad que viene de la piel, de la piel social, cuya función ha sido tapar –proteger, enmascarar la extrañeza profunda. Repudio. El cuerpo espectador grita: guarden ese pedazo de carne que han lanzado enfrente mío. Al menos cocínenlo, o háganle algo para que no me recuerde al pedazo de carne que soy. Algo así. La incomodidad no es casual sino necesaria. En la medida en que “la piel despierta”, el cuerpo hace reconocimiento de algo que estaba olvidado, escindido, desintegrado; y en ese momento, la obra gira. Hacia el otro.

No es de mí que trata este texto, es de ti. “Estoy escribiendo tus memorias te haré sentir, Hombre Muerto.” (Lou Robinson)[3]

Entendernos como cuerpos es entrar en un acto de re-membrar. Llegar al recuerdo de que somos cuerpos físicos conviviendo con otros cuerpos físicos en un mundo circundante en constante autocreación. (Ellie Epp, 2006)[4] Y todo lo que esto implica. Ya no la escisión cuerpo/mente/alma. No la distribución de: sentir, percibir, imaginar, pensar, como tareas aisladas. No la capacidad de razón separada de la capacidad de contacto. No la capacidad de vida supeditada a la academia.

Como cuerpos somos estructura (Ellie Epp, 2005)[5]; siempre cambiante, siempre en proceso. Somos estructura con características particulares; más -o menos- capaz de asumir la osadía de integrar. Ver más profundo. Pensar más lejos y más cerca. Inventar lo necesario. Captar al otro. Ser - más.

Retomar el sentido del cuerpo es posicionarse en una honestidad donde se parte de la propia estructura como incompleta. Se trabaja tanto con lo que se sabe como con lo que no se sabe, con lo que se es como con lo que no se es. Y todo trabajo, por objetivo que parezca, es trabajo que se hace sobre el cuerpo.

“El trabajo con el lenguaje es aquel donde el ser mismo está en juego” (Roland Barthes)[6]

“Trabajo hecho por nosotros mismos sobre nosotros mismos como seres libres” (Michel Foucault) [7]

¿Qué busca el trabajo desde el cuerpo? Renovar nuestras formas contacto con lo real. Poner en crisis lo que hemos sido, para entrar a crear lo que podemos, queremos y necesitamos ser.

Investigación: “trabajo hecho desde los límites de nosotros mismos” (Michel Foucault)

Asumir con todo el rigor, la inteligencia, la sensibilidad, la valentía, la generosidad – con toda la urgencia - la tarea de inventar el ser.

En el trabajo con el lenguaje, dar cabida al cuerpo es comprender que este lenguaje surge de y altera la estructura física de nuestros cuerpos; asimismo el funcionamiento de las personas. El diagnóstico del lenguaje siempre es el diagnóstico de un cuerpo. (Ellie Epp, 2005)

Todos escribimos con el cuerpo, pero escribir desde la conciencia del cuerpo es atreverse a dar el salto interior que permite que el lenguaje nos sorprenda, des(a)nudando nuestras partes segregadas, revelando conexiones inconscientes.

“Con esto hago orden exterior de un enredo interior”. (Jayne Parker, en De Preester).

Escribir desde el cuerpo es marcar el camino –célula a célula- de una trayectoria de lo que se ha sido y no se es, a lo que se necesita y se puede llegar a ser. El lenguaje se tiende como puente no metafórico sobre el abismo –la segregación- interior, haciendo posible en el texto la búsqueda de la estructura que clama cada cuerpo, la estructura que sería coherente con la forma de ese cuerpo, la estructura en la que el cuerpo se reconoce.

En complicidad con el cuerpo, el lenguaje es radical; puerta abierta hacia nuevas posibilidades de ser, mirada renovada sobre nosotros mismos. Y los otros. Una propuesta donde la máxima función del lenguaje no es su capacidad representativa sino de presentación, exposición, acto de hacerse presente y por medio de esto performar, componer el ser. Entre la piel y la tripa.

Rodé desnuda sobre una hoja de vidrio, luego sobre astillas de vidrio, y finalmente sobre la pantalla de papel. Las cortadas en mi piel resultantes de las leves heridas hechas con el vidrio roto son aperturas a lo íntimo, al interior de las venas, al interior del cuerpo… al observarse desde afuera el cuerpo es una superficie de proyección… la incisiones son aperturas hacia lo que está adentro, abren la imagen, son un corte sobre la superficie de proyección de la representación, es decir que el cuerpo corta la imagen de cuerpo, y se entrega a la mirada. La función simbólica del cuerpo es cortada y abierta [expuesta]. (Valie Export sobre su performance Eros/ion, en De Preester)

“El cuerpo, dominado por los signos sociales, es cortado y abierto a su dimensión biológica”. (Helena De Preester)

La escritura que performa el cuerpo, entonces, es el abordaje de esta como exploración la rareza, la belleza, la diversidad, lo que aún no sabemos, de la experiencia humana. Es buscar un sentido renovado a la vida desde las bases biológicas que nos hacen palpitar; desde la humildad de lo poco que sabemos y entendemos acerca de lo que somos. Se trata de una escritura que, como lo dice Helena De Preester refiriéndose al performance, esté a la medida de la tarea de “producir y reproducir el cuerpo una y otra vez. El cuerpo en movimiento y experiencia como un proceso de final abierto, abierto a la otredad, pero también vulnerable en su apertura [exposición].”
[1] Tomado de “Committing the Fault”, en Biting the error: writers explore narrative, Mary Burger, Robert Glück, Camille Roy, Gail Scott (eds.). Coach House Books, Toronto, 2004.
[2] Tomado de “To perform the layered body – a short explanation of the body in performance”, en Janus Head, 9 (2), Amhert, NY, en: http://www.janushead.org/9-2/DePreester.pdf
[3] Lou Robinson, Napoleon’s Mare. Fiction Collective Two. Illinois, 1991.
[4] Notas de curso sobre “Land and Mind”. Goddard College. Vermont, 2006.
[5] Notas de curso sobre “Speaking Bodies”. Goddard College, Vermont, 2005.
[6] En The Rustle of Language. Traducido por Richard Howard. University of California Press. Berkley, 1989.
[7] Tomado de “What is enlightenment?”, en Ethics, subjectivity and truth. Essential works of Foucault vol. 1. Paul Rainbow (ed.). The New York Press. New York, 1994.

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