jueves, 14 de febrero de 2008

¿Cuál es su imagen?

El proceso planteado a través del Laboratorio Editorial me ha servido para confirmar que los procesos de creación tienen un alto componente de destrucción, se trata de desmenuzar y quebrar. Los talleres no sólo invitaron a tener una actitud más afirmativa frente a la escritura, no sólo consistió en cuestionar la relación de las escritoras amateur frente al lenguaje sino también de descubrir los prejuicios que secretamente gobernaban las narraciones de las participantes.

(Muchas descabezaron a grandes tiranos.)

Este proceso lo veo como un hacer que también es un deshacer. A este movimiento paradójico lo llamamos muchas veces la búsqueda de una voz propia sin saber muy bien qué significa eso. Para explicármelo a mi misma me imaginaba que era como un truco de magia muy sofisticado, o pensaba que se trataba de una receta muy antigua, en otros momentos, sentía que se trataba de creer, a estas alturas del partido, que sí tenemos alma y que esta alma además escribe.

Pero bueno, creo que mi imagen más fuerte y más precisa cuando pienso en los talleres y ese proceso encriptado es la siguiente: cada una de las escritoras se sentó frente a su teclado a esculpir una pieza diminuta, la labor fue escrupulosa, su meta fue sacar una figura fina de un bloque rudo, en ocasiones tuvo que hacer mucha fuerza, en otros momentos, tuvo que ser delicada y ligera. Cada una miró por una lupa todo detalle y buscó la armonía de toda la pieza cada vez que la intervino. Creo que estos talleres fueron un ejercicio de precisión, un ejercicio de afinamiento (si es que esa palabra existe), una labor que a mi, personalmente, me pareció elegante.

De esta manera, se fue moldeando esa "voz propia" que antes no se veía muy claramente pero que luego apareció como un diminuto diamante.

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