martes, 13 de noviembre de 2007

Palabras de Bienvenida

Yo medio leo y medio hablo. Pues bien, con este texto hablado les quiero contar de qué se trata este encuentro.

Los talleres a los que ustedes hoy asisten tienen algo trasgresor, incluso me atrevería a decir perverso. Lo digo en serio. En este momento está pasando algo que antes no había sucedido en esta ciudad. Piensen que no hace muchos años, nos podrían haber acusado de brujería. Visto desde afuera, hay algo sospechoso en este encuentro, parecería que se estuviera ideando un hechizo para desatar tormentas y conspirar contra el orden.

La verdad es que esta exageración no es muy lejana de la verdad: pues, ¿por qué reunirnos como mujeres a escribir sino para plantear otra mirada sobre el mundo? El proceso que nos llevó a invitarlas aquí tenía que ver con la intención de romper algunos esquemas. Consideramos que era el momento de escuchar el lado B del disco, era momento de explorar el otro lado del cassette. (Qué lástima que las imágenes resulten tan anticuadas). A mí esto me causa mucho entusiasmo, de hecho, casi traigo un caldero para animar esta celebración.

Quisiera leerles lo que Juliana Borrero, una de los jurados, comentó sobre este proceso porque me parece que condensa muy bien el pensamiento que nos convoca:

SOBRE LA ESCRITURA: Leer y escribir y hasta organizar una convocatoria con determinados parámetros y determinado proceso es estar siempre armando teorías sobre qué es la experiencia estética en literatura. Lo que no cesa de sorprender es lo diferentes que llegan a ser estas teorías. Para mí la buena escritura tiene que ver con una intuición profunda y disciplinada en cuanto a por qué se escribe. Tomar el riesgo de asomarse a donde otros no se asoman, a donde se intuye que se puede ir, y se siente que otros no han ido. Hacer visibles mundos invisibles. La buena escritura crea mundos, me lanza de cabeza a un mundo con reglas propias en donde yo como lector soy nuevo, o me exploro, o quizás me reconozco al fin; mundos en donde algo afecta real, físicamente al lector, después de lo cual este no volverá a ser igual.

SOBRE LA MUJER Y LA ESCRITURA: Ahora: ¿por qué escribe una mujer? ¿Tiene algo que ver el hecho de ser mujer en la manera de asumir la escritura? No soy fanática en este respecto y si me hubieran hecho la pregunta hace 5 años hubiera dicho que no, que no era importante. Hace 5 años todavía mis modelos literarios eran Poe y Cortázar y Chaparro, como los de nuestras autoras, y yo no concebía que pudiera haber nada más ni mejor. Sin embargo después de muchas vueltas de la vida, más escritura y más lectura, viajes, amores, un parto –pero especialmente después del descubrimiento de autoras femenina que sí me gustaban, que no me aburrían, que tocaban temas que a mí siempre me habían parecido importantes pero que por algún motivo nadie se atrevía a mencionar… - digo que sí, que es importante, que en lo femenino hay posibilidades que están apenas empezadas a explorar en el arte, en el pensamiento. Que las mujeres no hemos tenido casi educación. Que nos hemos conformado demasiado fácil con los modelos que nos han dado. Que aceptamos racionalmente que ahí se acaba el mundo cuando profundamente en el fondo de la barriga sabemos que para nosotros las cosas funcionan distinto. Que el amor no es como lo pintan, que a menudo los esfuerzos más galantes de un hombre son risibles, que no nos excitan las cosas que los hombres creen que nos excitan, que nosotras no hubiéramos inventado el cartesianismo, que la intuición está directamente ligada a la forma como pensamos, que tenemos una relación con la ciudad, una relación con la oscuridad, una relación con las drogas, etc etc etc Que si nosotras hubiéramos inventado el lenguaje lo usaríamos distinto… Que si nosotras hubiéramos inventado el cuento, las formas literarias, las usaríamos distinto… Creo que está todo por decirse cuando una mujer cae en cuenta de esto. Y creo que la mayoría de las autoras no han caído de las posibilidades ante las que están. Posibilidades absolutamente vertiginosas para el arte. Escribir para una mujer es empezar a hablar dentro de un sistema donde no tiene permiso oficial de existir sino como adorno o madre o objeto sexual o mártir o ser lamentoso y patético o vano y superficial; yo existo y cuando dejo de fingir o aceptar todo lo que no acepto, esto es lo que veo y pienso y quiero, y prepárese, porque puede ser bien diferente de lo que usted se imaginaba… Empecemos por la palabra “mujer”, que no es lo que usted creía…

Ahora bien, al formular este Laboratorio Editorial nos dedicamos a nadar un poco contra la corriente. Me siguen asaltando imágenes de la brujería: muchas de las representaciones pictóricas de las brujas las muestran viendo el mundo al revés. Entre nadar contra la corriente y ver el mundo al revés solo hay un paso y usted no llega al lugar equivocado. Por eso insisto en que aquí hay algo de perverso. Les explico nuestra postura con unos ejemplos.

Primer ejemplo. Vimos dos libros de cuentos bogotanos donde sobre un total de 18 cuentos sólo 2 fueron escritos por mujeres. Pensamos que sería interesante soñar con un mundo en donde esta cifra fuera inversa. ¿Cómo sería Bogotá en ese mundo soñado? ¿Ustedes creen que sería la misma ciudad? También nos dimos cuenta que, en nuestro contexto, las mujeres se dedican más a la administración de la cultura que a la producción de la cultura. ¿No les parecería interesante invertir esta relación un poco secretarial? Aprovecho para aclarar que esto no es un feminismo dogmático, es más parecido a un juego, pero como todo juego, está cargado de seriedad y riesgo.

Segundo ejemplo. En la nueva era de la informática digital, decidimos rescatar lo literario. Mejor dicho, en lugar de buscar programadores, nos pusimos a buscar narradores. Personas interesadas en escribir literatura, no en dar información. Me gusta mucho la siguiente metáfora sobre el narrar: Hay una común levedad en los grandes narradores: se mueven, como sobre una escala, subiendo y bajando, por los peldaños de su experiencia. Una escala que alcanza las entrañas de la tierra y se pierde entre las nubes. ¿Se imaginan como sería la vida si en lugar de sentarnos pasivamente frente al mundo, nos llenáramos de la energía, la curiosidad, la vitalidad y el coraje que requiere esa imagen acrobática de la narración? ¿Cómo sería el mundo si en lugar de dar información compartimos cuentos unos con otros?

Tercer ejemplo. Existen pensadores que consideraron, en un momento dado, que ya no había nada que decir. Este pensamiento resulta al constatar que los combatientes de las guerras mundiales regresaban enmudecidos de los campos de batalla. Me pregunto quiénes son los hacen las guerras. Es verdad, a lo mejor los hombres ya no tengan nada que decir, pero la otra parte del mundo, la parte femenina, que se vanagloria de haber realizado la única revolución no sangrienta, probablemente tenga mucho que decir. T.S. Eliot, en su texto La Tierra Baldía, hace un anuncio temerario: las bombas no sólo cayeron en las ciudades, cayeron en el interior del hombre y en su lenguaje. Hemos heredado un mundo que ya lo han hecho pedazos, tenemos un lenguaje que también ha sufrido múltiples lesiones. En lugar de ver allí el silencio, yo veo la posibilidad de decir cosas nuevas.

A eso las invitamos. A buscar dentro de ustedes y en su entorno expresiones que resulten necesarias, únicas, densas, concisas, memorables. A buscar las imágenes que las impactan por su contundencia, a sacar a la luz las conexiones secretas que nadie más advierte, a escuchar la música que puede salir del lenguaje. En últimas, a subir y bajar las escaleras de su experiencia con la gracia que cada una de ustedes tiene.

Al final no es un objetivo tan perverso. Bienvenidas.

Catalina Vargas
Bogotá, 10 Noviembre 2007

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