martes, 4 de diciembre de 2007

Ejercicio

Ella acaricia mi pelo café; sin embargo, no quiere subirme a su regazo. Él la mira y, aunque sus manos acarician el órgano, sospecho que preferiría ser la mano que recorre el muslo desnudo, o ser el collar y desprenderse para, en la caída, caminar por su pecho.
Entre tanto, apoyo mis patas sobre la cama baja, intento alcanzar su cuerpo, el impulso que me permita divisar el ocaso y las filas de arboles enfrentados como él y yo. ¿Acaso también por amor?
Como no es posible aquel impulso, permanezco casi inmóvil igual que ella. Sí a mí me mira, pero es él el objeto de su admiración. Él con sus vestiduras y alma pomposas y esa espada desafiante y aún casi oculta.

2 comentarios:

Consorcio La Lupe dijo...

Me siento un poco culpable, no sé hasta que punto la tensión erótica que logras es debido a mi explicación. Buena descripción de situación!!!!!

andrea dijo...

Creo que hasta este momento recuerdo tu explicación, pero es importante reconocer las voces de los otros en nuestros textos.