lunes, 3 de diciembre de 2007

un paisaje

Un Paisaje seco, frió, indolente; perneado por una luminosidad monótona, plana; un paisaje en fin; demasiado simétrico demasiado planeado para ser real, pero aun así existe; existe como escenario en donde e desarrolla la penosa escena de esta habitación, una habitación en penumbra; iluminada apenas por una luz vacilante que se derrama en cascada sobre Ella, al lado opuesto, un hombre anulado por su indiferencia, y en el lecho, recostado junto a Ella, yo.

Soy el receptor casual de sus caricias, siento el roce de sus dedos que juegan con los mechones de mi pelo, se entremete en ellos y llega hasta mi piel, es una sensación hipnótica, adormecedora, y poco a poco, me dejo llevar por ella.

Apenas puedo presentir sobre mi cuerpo, su envidia, la envidia de aquel que me cubre como su fuera una sombra que sale de la penumbra donde se encuentra; y, es que daría su vida por estar en mi lugar, a su lado, disfrutando del contacto de sus manos, de su piel delicada y calida y voluptuosa y frágil, así sus pensamientos se encuentren muy lejos… no importa, solo importa el roce distante, ligero de sus dedos sobre la piel.

Y aquel ni tan siquiera puede soñarlo; no le tocaría con sus dedos, no jugaría con sus manos sobre su piel, no le prodigaría siquiera un momento de despreocupada atención, -como lo hace conmigo-; a cambio; solo puede gritar con su mirada, protestar con ella su deseo; deseo de su cuerpo desnudo, deseo de su sexo que se muestra ante sí tan despojado de todo pudor, indiferente a su presencia; tan próximo, pero tan, tan lejano… que el nunca podrá alcanzar, en perfecta consonancia con el paisaje que se despliega al fondo, tan apático.

Sentado al órgano, y con la mirada fija en Ella, en su cruel indiferencia, improvisa una melodía, producto de su genio, inspirado en su inaccesible presencia, en su inalcanzable deseo; y con esta, espera, - inútil espera- capturar un instante su atención, atención que esta embebida en sus propios pensamientos, y, aunque de manera esporádica, en mi, en jugar con sus dedos sobre mi pelo, en llevarme con sus caricias, lentamente al sueño.

1 comentario:

Unknown dijo...

Narrador el perro? Es verosímil?
El tono descriptivo está bien, algunas veces me sentí "bombardeada" por todas las imágenes que venían a mi cabeza. Te invito para perfeccionar técnicas descriptivas, que leas a Marcel Proust y a Italo Calvino en Palomar.